The Hard Of My Beat
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hardcore | session | hardbeat | 2023 | gabber | artcore | uptempo | Ruffneck | Mokum | Neophyte | PCP | Acardipane | ID&T | 1994 | 1995 | 1996 | 1997 | 1998 | Holanda | Rotterdam
“Yeah, It's party-kickin' shit! But anyway, what we need is some real techno! Return to soul, it's time for a change! From the streets of Frankfurt PCP Inferno Bros by force, on a mission to defend the face. We're all slaves to the rave, need a bass!” La voz del mago de Kill Off. Sí, sí, os lo juro, eso es lo que se decía en los círculos makineros en los que me movía a principios de siglo, como una suerte de evangelio, como una verdad oculta, como un conocimiento arcano; al cabo, como un chismorreo de viejas. A mí el concepto me parecía fascinante, el mago del hardcore, una suerte de deidad barbuda, impartiendo catequesis ravera a unos hardcoretas que, al menos en mi caso, estaban más verdes que una lechuga. No me lo tengáis en cuenta: tendría 15 o 16 años y acababa de iniciarme en el estilo. “Yo soy yo y mis circunstancias”, que dijo Ortega y Gasset; por lo que, aunque a día de hoy sepa que eso es una absoluta gilipollez, no puedo separarme del entorno que me ha tocado en suerte y que ha modulado cuándo y cómo he tenido acceso a la cultura. En consecuencia, desconociendo si la voz pertenece a Marc Acardipane o de Thorsten Lambart, confundadores de Planet Core Procutions, para mí siempre será la del mago de ID&T, aunque se refiera a una persona que no ha existido jamás. Y ahí comenzó el dilema. La diatriba. La encrucijada en el camino.
Por un lado, a principios de la primera década del año nuevo milenio, me hallaba totalmente alieando con un tipo de hardcore que empezó a expandirse, como una mancha de aceite, en el mundo makinero. La makina comenzaba su particular caída a los infiernos y sellos holandeses como Masters Of Hardcore o Rotterdam Records y, por supuesto, el sello italiano Traxtorm Records, vinieron a acompañar y, a la larga, suplir, muchas sesiones makineras; principalmente en la sala que siempre ha sido mi absoluto referente: Pont Aeri. Por ese motivo, el new style es el hardcore que más conozco, que más aparece en mi biblioteca musica, que más recuerdos me trae. Por ese motivo, realicé una sesión cojonuda -esta mal que lo diga yo, pero así es- en homenaje a este tipo de hardcore. Por ese motivo, tengo colgado aquí, en la pared de mi despacho, el vinilo definitivo de esta vertiente hardcoreta -al menos, para mí-: Evil Activities - X-Tinction.
Por el otro, no obstante lo anterior, a través de Internet y en la misma época comencé a buscar otro tipo de hardcore más cercano a aquel Slaves To The Rave que me fascinaba sobremanera. Hardcore más oscuro y underground que lo que me ofrecía Pont Aeri, es decir, algo que además de gustarme me permitiera hacerme el interesante frente a mis amigos –algo que no me gusta nada, ejem-. El caso es que, Napster mediante y conociendo pocos artistas del estilo, comencé a buscar en ese p2p a salto de mata, como no podía ser de otra manera, pues no tenía ni la más puta idea de lo que estaba buscando. Y así me bajé con una calidad indigna el DJ Paul Elstak - Gabber. Y así me bajé, con unos infames 112 kpps, el Hard Creation - 1984. Y así me descargué, asimismo, el The Masochist vs Buzz Fuzz - Hardkoor. Y, por supuestísimo, el DJ Promo vs Digital Boy - Serious Damage, uno de mis temas fetiche; como el Phreak Ya Speaka. O el Nosferatu - Fuck The Prejudice. Ni que decir tiene que, visto retrospectivamente, estos temas siguen siendo new style y tienen de underground lo mismo que el Thrillseeka, por lo que, realmente, aunque no lo supiera, continuaba en el mismo sendero al que he hecho referencia en el anterior párrafo, pero encendieron la llama de querer ir más allá; y así, por pura casualidad, llegó a mi ordenador la absoluta revelación, la senda que estaba buscando en este laberinto: el Knightvision – Knight Of Visions.
Puñetazo sobre la mesa. Cabezazo contra la pared. Baile vergonzante en la habitación. Este hilo sí que era sorprendente, sí que era totalmente diferente a lo que estaba acostumbrado, sí que era digno de seguirse y, además, establecía un vínculo que no acababa de comprender del todo entre la makina y el hardcore, no tanto como estilos que podrían pincharse juntos, sino como estilos que, al menos en una dirección, tenían vasos comunicantes. Con el tiempo, he descubierto que, en efecto, los breaks del artcore y el gabber, así como el uso de determinados sonidos, samplers o estructuras, y por supuesto la velocidad de las producciones, eran herramientas que utilizan Ruboy y Requena en muchas de sus producciones makineras. Con el tiempo, he comprobado que la makina catalana bebía no sólo del happy hardcore inglés –al que yo llamo UK Hardcore, obviando que las producciones de Hellfish o DJ The Producer también podrían tener esa denominación sin parecerse en nada-, el dance europeo y el techno, sino de esta modalidad concreta de hardcore. Y para muestra, un botón que es absolutamente descarado: comparen ustedes el Clima-X - Flea con el Spiritual Dilemma - Spiritual Anthem. Aquí nos pasamos de plagio, Gerard.
El caso es que este hardcore uptempo -parezco un entendido y todo, ojo- me volvía completamente loco. Del Knigthvision pasé al Predator y, de ahí, a cruzar el charco con Delta 9 o Lenny Dee. Sin embargo, no pude tirar todo lo que me hubiera gustado de ese hilo, pues a principios de milenio no tenía muchos medios y estaba demasiado enfocado en la makina e incluso en el trance, el techno, el electro, el synthpop ochentero o el hardcore más mainstream de la época, entre otros; por lo que, en cierto modo, mi pasión por este tipo de hardcore se diluyó un poco en esa vorágine musical electrónica. Vamos, resultó de aplicación el consabido dicho: quien mucho abarca, poco aprieta. El hilo de perdió en el ovillo. La balanza se decantó por el new style.
Realmente, tuvieron que pasar muchos años y una pandemia para que recuperara el gusto por esta tipología de hardcore. Por pura casualidad, por esas serendipias que de vez en cuando suceden para cambiarte la vida en momentos de aburrimiento confinado, me salió en vídeos recomendados de YouTube el Ophidian - Abandon. Coño, el tipo de Butterfly, me dije; y escuché ambas caras de ese LP de principio a fin varias veces, quedando absolutamente prendado tanto por el Abandon como por el End The Earth; tanto, que decidí dedicarle un podcast al bueno de Conrad Hoyer. A tal efecto, recurrí una herramienta de uso habitual para mis podcasts de repaso de sellos makineros: la web de discogs. Y, de ese modo, descubrí que tenía otro pseudónimo -Trypticon- y que su carrera musical había crecido bajo la tutela de un tal Patrick van Kerckhoven, alias Ruffneck, que para más señas era nada más y nada menos que el productor de aquel evangelio musical llamado Knightvision - Knight Of Visions. Boom. De repente, se abrió una ventana a aquel hardcore olvidado y no pude sino saltar hacia la música extrema que me aguardaba en sellos como Ruffneck Records, Gangsta Audiovisuals o Enzyme Records.
Desde entonces, la idea de preparar una sesión que condensara mi manera de entender este tipo de hardcore fue rondando mi cabeza como un proyecto que comenzaba a ser realizable, pues ya tenía en mi haber música suficiente para que tomara forma, pero no acabó de cristalizar hasta que se celebró el torneo hardcore en el foro Radical Resistance. Hasta entonces, mi camino por el sendero del estilo había sido, como habéis podido comprobar, errático, pero a partir de ese momento empecé a hacerme una idea más ordenada y completa del hardcore, profundizando todavía más no sólo en Ruffneck Records, sino en Mokum Records, Deathchant o Industrial Strength Records, por poner ejemplos paradigmáticos. Ahora sí. El proyecto, la sesión, mi pequeño homenaje a este subestilo del hardcore, alcanzó suficiente entidad para ser una realidad.
Y lo fue. Lo es. Curiosamente, me costó mucho menos de lo que esperaba, pues fue saliendo todo de una manera natural, orgánica, como si llevara toda la vida pinchando este tipo de música. Quizás ha sido por la cercanía con cierto tipo de makina, quizás fue por la energía que me genera, quizás lo motivó mi entusiasmo. No lo sé y, sinceramente, tampoco son importantes los procesos cuando el resultado, al menos para mí, es tan coincidente con lo que quería mostrar. Mi lado más duro. Haciendo una analogía con mi pseudónimo, DJ Hardbeat, la parte más dura de mi ritmo, esto es, The Hard Of My Beat.
“I’m big, I’m bolt, I’m better”. 25 temazos que discurren por las ondas sonoras desde unos 180 bpm’s iniciales hasta unos 202 bpm’s finales de un modo frenético, pero sutil; de un modo absolutamente noventero, pues no me muevo de una horquilla comprendida entre los años 1994 y 1998; y de un modo, porque no decirlo, holandocéntrico, pues no puedo negar mi magnetismo musical hacia ese puñado de herejes ni el hecho de que el 80% de la música seleccionada provenga de esos duros Países Bajos. Una sesión, al cabo, que podría sonar después de que el mago del hardcore, una suerte de deidad barbuda, imparta catequesis ravera a un hardcoreta que, hoy en día, quizás ya no está tan verde. O sí. Vosotros decidiréis.
DJ HARDBEAT - THE HARD OF MY BEAT
Tracklist