Italodance en Guipúzcoa
05.02.2016 14:29
Con el paso de los años, cada vez soy menos materialista. Con ello no quiero decir que no requiera de ninguna posesión material, o que esté exento de deseos consumistas, que por desgracia son parte consustancial de nuestra sociedad actual. Lo que quiero decir es que cada vez valoro más las experiencias que los bienes. Valoro más una buena conversación que un teléfono de última generación; la risa de un amigo que un puto mueble del IKEA; mirar a mi novia y mi perra jugando en la cama después de un duro de día de trabajo que cualquier finca con piscina. Esos momentos justifican muchos sinsabores, merecen ciertos sacrificios y te ofrecen una perspectiva saludable, un objetivo vital basado en las emociones, y no en la acumulación de riqueza. La familia, la pareja, las mascotas, incluso los compañeros de trabajo y, por supuesto, los amigos, son los pilares de mi vida.
La relación que tenemos con nuestros AMIGOS es distinta a la que tenemos con el resto de las personas que nos rodean. Si bien la familia te viene dada, no eliges a tu pareja, ni a tus mascotas, pues en el fondo son ellos los que te eligen a ti, y los compañeros de trabajo te tocan en suerte, a los amigos los eliges tú. Realmente, siempre lo digo, en esta vida podemos elegir muy pocas cosas, y una de ellas son los amigos. Una relación de amistad se basa, fundamentalmente, en la voluntad de ambas partes de compartir vivencias en base a unos intereses comunes, un respeto mutuo y un afecto incondicional. Y esta relación de amistad opera con independencia de que, en el fondo, tus amigos no sean más que unos desaprensivos con los que bebes cerveza hasta el hartazgo, explicas aventuras sexuales de dudosa veracidad y hablas de mujeres como si de ganado se tratase utilizando los términos más soeces posibles. Y esta relación de amistad es cierta aunque, gracias a ellos, o por su culpa, acabes metido en altercados de todo tipo, les tengas que dejar más dinero del que desearías a sabiendas de que nunca será devuelto o te hagan bromas tan pesadas que, de no ser ellos quienes las ejecutan, serían ellos los ejecutados. Así que sí, nuestros amigos pueden ser así. De hecho, los míos los son, pero porque yo los he elegido así. Y qué demonios, tengo afecto incondicional hacia ellos. Los quiero, coño, que diría Mariano Rajoy.
Junto a ellos he vivido muy diversas experiencias. De hecho, muy a mi pesar, y para mi absoluta vergüenza, mis amigos estuvieron presentes en mi primer polvo. No lo vieron en directo, pero fueron los artífices de que me follara a una chica infame encima de un banco cercano al Riu Sec de Cerdanyola del Vallés. La experiencia fue ignominiosa. Y mis amigos estuvieron allí para llenarme de caspa hasta el cogote. Hijos de puta. No sólo tuve que soportar el dolor de pene que me acompañó hasta la semana siguiente, pues esa chica más que himen parecía tener un impenetrable búnker, sino que tuve que ser objeto de ciertas mofas ofensivas. Por otro lado, junto a ellos también he vivido mi primera borrachera, he pisado mi primera discoteca maquinera, y he recibido buenos consejos, apoyo y cariño cuando fue necesario. En cualquier caso, todas estas experiencias, a la vez, maravillosas o abyectas, propias de cabrones desalmados o propias de un hermano, forman una firme estructura de vivencias conjuntas que mantienen unidos. Y uno de los pisos principales de este edificio de experiencias vitales son los viajes.
Si bien, como he comentario anteriormente, cada vez soy una persona menos materialista, sí que es cierto que me encanta VIAJAR. Y para viajar, hace falta dinero, así que, si en algo soy materialista, es en tener capacidad adquisitiva suficiente para poder vivir este tipo de experiencias (y dale con la palabrita, luego haré un recuento de las veces que utilizo esta palabra en este artículo). Por desgracia, no siempre estoy en disposición de hacerlo, pero me encanta viajar por España, pasear por las calles de Madrid, contemplar el cauce del río Arzalón en Burgos, comerme una fabada en Gijón, disfrutar de las ruinas romanas de Tarragona o beberme una cerveza en la playa de Palma de Mallorca; también me encanta viajar por Europa, y perderme por Londres buscando lugares recónditos y monumentos bélicos, o pasar frío en Venecia mientras me llevan en góndola hacia la Plaza San Marcos, o pasarme horas y horas en viaje en coche por el Sur de Francia, encontrando pueblos de ensueño. Pero claro, no es lo mismo viajar con mi pareja, o con mi familia, con el objeto de disfrutar de la belleza de un paraje, conocer a sus gentes y degustar sus manjares, que una delirante escapada con tus amigos. En este caso, la experiencia se eleva a otra categoría.
Sí, como os podéis imaginar, esta categoría es la de absoluto disparate. Nada bueno puede salir de una escapada con amigos. De hecho, ese debe ser objetivo. En lugar de descubrir nuevos lugares para admirar su belleza, tu objetivo es desplazarte a un pueblo o ciudad donde nadie te conozca para poder desenfrenar hasta el delirio sin que lleguen las noticias de tus desmanes a oídos indiscretos. En lugar de conocer a sus gentes, tu objetivo es visualizar, con extremo detalle, sus mujeres, y si se tercia, o si se dejan, follarte hasta los desagües. Y, por supuesto, eso de gastar dinero en comida está completamente descartado más allá de lo imprescindible para sobrevivir y soportar las resacas. Vamos, como darle la vuelta a un calcetín, los viajes con amigos no se asemejan en nada a otra tipología de viajes. No obstante, toda esta experiencia disparatada quedaría incompleta sin música. Sin la presencia de una buena banda sonora.
Y es que la BANDA SONORA es absolutamente esencial para musicalizar cualquier experiencia que se precie. Puede que sea la influencia del cine, o del teatro, pero a día de hoy, no podemos imaginar un evento sin música de fondo, ya ocupe primer o segundo plano. Imagino que, en el siglo XIV, cuatro amigos que, tras robar una bolsa de oro, cojan sus caballos y se gasten el botín el vino, mujeres y juego, no tendrían una canción concreta, pero en el siglo XXI la música forma parte consustancial de nuestras vidas. Y todavía más mis amigos y yo, que tenemos una absoluta devoción hacia la música electrónica. No puede haber viaje sin música, ni fiesta sin música, ni conversación sin referencia a la música.
Y claro. Si meto en mi coctelera los tres conceptos, esto es, amigos, viajes y banda sonora, y los remuevo con vehemencia, a fin de conseguir una mezcla homogénea y perfecta, sólo puedo tener un resultado: SAN SEBASTIÁN 2006.
A pesar de que haya transcurrido una década desde que tuvo lugar este viaje, todavía se me eriza la piel al recordarlo. Todavía recuerdo los momentos hilarantes, la repugnancia del tugurio donde pasamos la primera noche, la alegría desmedida de encontrar un nuevo hotel, el hecho de no reparar en gasto alguno, pagar verdaderas indecencias en chucherías, comer hasta hincharnos, la discoteca Bataplan, la plaza de toros de San Sebastián a las 7 de la mañana, así como el uso pervertido que hacíamos de la cámara de vídeo. De hecho, lo que no recuerdo es un momento de lucidez, pues ya sea por el alcohol o por ciertos cigarrillos psicotrópicos, pasé el viaje instalado en una nube de hedonismo sin parangón. En cualquier caso, esos cuatro días en San Sebastián, a mediados del año 2006, constituyen el mejor viaje con amigos que he hecho nunca; buena prueba de ello fue la sesión que preparé ad hoc para ese viaje, y que se erigió como la más risueña banda sonora que pueda existir, y el escrito que redacté en su momento para inmortalizar esta experiencia.
Así que, a continuación, y tras esta gigantesca introducción, os presento pequeños retazos de este viaje, extraídos del escrito al que me he referido, a fin de que maridéis estos párrafos con mi sesión de italodance que nos acompañó durante todo el viaje y que os adjunto a continuación. Quién pudiera volver a aquella época…
1. Danijay feat Roby Rossini – Arcobaleno
2. BD - Comprami
3. Club Connection – Girl of my Dreams
4. Dynamo feat Lexandher - Elettricadanza (Extended mix)
5. Giramondo – Adesso (Radio mix)
6. Molella – Sunshine
7. Tinycat - Want U (Club Extended Mix)
8. Astrada – Just Another Day
9. Danijay - Encanto (Spanglish Extended)
10. Roby Rossini – Rendez-vous
11. Cascada - Ready for Love
12. Groove Coverage – Poison (Club mix)
13. Markus – Electronik
14. Baracuda – Ass up (Extended mix)
15. Magic Box – Sorry Marin (Radio edit)
"Abrí los ojos y seguía allí. Aturdido, me incorporé, casi al unísono que J, que también se acababa de despertar. Sería la 1 del mediodía. ¿Y ahora qué? Nos preguntamos. Aquella pensión era lo más infecto que habíamos visto nunca, pero es que la opción de lanzarse a la brava en busca de otro hotel no nos brindaba una perspectivas demasiado halagüeñas. Así que, en ese instante, y por obligación, por supuesto, dimos a PM el beneficio de la duda. Qué remedio, pensé, mientras me encendía un cigarro. Pero J, mientras se lavaba la cara en la pica de la habitación, vislumbró algo extraño en el suelo. Me avisó y miramos detenidamente. No podíamos creerlo… se trataba de un nauseabundo CUCARACHO (...) Al salir con las maletas, vimos como en el habitáculo donde guardaba aquella entrañable mujer los utensilios de limpieza y el papel de baño había un barreño enorme que apestaba a tocino… y que estaba siendo remenado con un palo de madera. Ese era el pútrido manjar que ofrecía a sus inquilinos. Inaudito. Recogimos a toda prisa y desaparecimos de allí a una velocidad cercana a la de la luz, no sin antes pagar el precio convenido."
"Al volver a conectar el ordenador a la electricidad, nuestra sorpresa fue mayúscula al darnos cuenta de que seguíamos teniendo acceso a Internet. Ni 9€ ni hostias, teníamos Internet gratis en la habitación. ¡Cojonudo! Parecía que el viento empezaba a correr a nuestro favor. Tras las innumerables penurias vividas en PM, cualquier insignificante detalle nos producía euforia y felicidad. Nos tumbamos un rato en aquellas cómodas camas y nos relajamos fumando la sabrosa hierba de nuestro amigo K, mientras se duchaba aquel que no lo hubiera hecho ya. Al pasar un buen rato, decidimos celebrar como es debido el verdadero inicio de nuestras vacaciones y abrimos una botella de cava que había en el mueble bar. Nos servimos el espumoso en unos pequeños vasitos de cristal helados que habían en la nevera y brindamos por nosotros, mientras sonaba de fondo la canción de "Put your ass up in the air" de Baracuda. Todo ello quedó pertinentemente inmortalizado en la cámara de vídeo de J."
"Al llegar al nuevo paradero, nos los encontramos repanchingados en el césped del Palacio de Miramar. Las vistas desde aquel idílico enclave eran realmente fascinantes, ya que se encuentra sobre un pequeño monte al borde del paseo marítimo. A los pies del palacio había un jardín enorme y muy colorido que parecía sacado de un cuento de hadas y, además, estaba plagado de gente joven. Sin lugar a dudas, habían escogido un muy buen lugar. Al llegar a la posición en la que estaban tumbados, escuchamos a D diciendo: "¡Oh, Dios!, J, estoy en el cielo ahora mismo". No os dejéis engañar por el carácter católico y religioso que profesa esa afirmación, en realidad la soltó mientras filmaba descaradamente y con zoom el sabroso trasero de una jovenzuela de estilizada figura."
"Un punzante dolor de cabeza provocó mi vuelta a la vigilia. La palabra que mejor definiría mi situación en aquellos momentos era malestar galopante. El espeso y amargo sabor de mi boca, el dolor en todo mi cuerpo y el mareo que sentí al incorporarme eran claros síntomas de las consecuencias que me había acarreado la ingesta desmedida de alcohol. Al echar un sucinto vistazo a mi alrededor, pude comprobar que Jesús no tenía nada de envidiarme… yacía tendido en el frío suelo batallando por sobrevivir. Desde mi perspectiva, únicamente veía dos piernas moribundas que salían de la puerta del lavabo. Me levanté y pude comprobar que mi resaca no tenía nada que envidiar a la de J. Su destrucción estomacal era tal que llevaba horas expulsando con violencia todo su contenido. Hasta cinco veces había visitado al Sr. Roca. Nuestro estado era lamentable… y al ir a comprobar el estado del resto de nuestros compañeros, nos dimos cuenta de que se encontraban en análogas circunstancias. Sus demacradas facciones hablaban por sí solas. La ajetreada noche anterior hacia estragos en nuestros organismos."
"No había acabado la primera frase cuando ambas chicas se autopresentaron. No alcanzo a recordar sus nombres, pero sí que estaba en la cierto en mi primera impresión: tenían 29 y 31 años, respectivamente. Casi nada, pensé. Nos sacaban casi 10 años. No obstante, tanto daba, con la borrachera que llevábamos no nos iba a frenar la diferencia de edad, así que entablamos conversación con aquellas muchachas durante un buen rato. Ni que decir tiene que les dijimos que teníamos 25 años, aunque en mi caso era evidente que ni de coña, pero vamos, teníamos que simular una edad más cercana a la suya para no ser tachados de tiernos adolescentes (o de yogurines, más bien). Total, les dijimos que veníamos de Barcelona, que estábamos de vacaciones y que no teníamos ganas de irnos a dormir ahora, a las seis de la mañana. Las chicas nos comentaron que esto no era Cataluña y que las discotecas solían cerrar sus puertas pasadas las 8 de la mañana pero… queríamos más fiesta. Ni cortos ni perezosos, les preguntamos si conocían algún after o alguna discoteca que cerrara mucho más tarde. La respuesta no sólo fue afirmativa, sino que se ofrecieron a ir con nosotros y a llevarnos en coche. ¡No me jodas! En aquellos momentos vimos la luz. Sin pensárnoslo dos veces, fuimos a comentárselo a D y J, pero la idea no fue de su agrado… así que decidimos ir los dos solos. Desde luego, era una verdadera locura. Irnos con dos borrachas desconocidas en coche a un after inmundo que estaba a las afueras de la ciudad a las ocho de la mañana del mismo día en el que teníamos que irnos era una maldita, atroz, absurda y enferma LOCURA. Por supuesto, nos lanzamos a ella sin pensarlo."
"En breves instantes, me dejaron en la avenida Ondarreta, cerca del hotel. Yo, con un tremendo sentimiento de desasosiego, agradecí el gesto a nuestros compañeros de locura, me despedí de ellos y salí del taxi. Delante de la puerta esperaba el taxi de V. Fui corriendo, pagué el taxi y éste partió. No nos lo podíamos creer… ¡habíamos llegado vivos al hotel! Aquella locura había llegado a su fin. Eufóricos, nos abrazamos, en un momento de felicidad extrema. Rápidamente, entramos en el hotel y nos plantamos e la puerta de nuestra habitación en un santiamén. Aporreamos la puerta con mucha fuerza, vociferando los nombres de nuestros colegas (que dormían plácidamente, los muy cabrones) hasta que J nos abrió."
"J me dejó en la puerta de mi casa. Me despedí de mis amigos y, suspirando, entré por la puerta de mi casa, donde me aguardaban mis padres. Todo seguía como siempre. Nuestro sueño de Semana Santa había alcanzado su triste final. Había sido un viaje inolvidable, y este relato es testigo de ello, pero habíamos vuelto a la realidad. Y es que, como se suele decir, los sueños… sueños son."
PD: He usado la palabra experiencia 10 veces. Pensaba que serían más, la verdad. Decepcionante experiencia. Hostia, ya van 11. Eso ya me gusta más.
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