No creo estar diciendo ninguna extravagancia si asevero que las actuales bandas sonoras cinematográficas son, sin lugar a dudas, la música clásica del siglo XX y XXI. Por supuesto, el séptimo arte es tan extenso que, en su bagaje, cuenta con música de muy diversa naturaleza, pero artistas como John Williams, Ennio Morricone -que nos ha dejado recientemente-, Maurice Jarre o el más moderno Hans Zimmer podrían estudiarse, dentro de varios siglos, como verdaderos exponentes de la música de esta extraña época que nos ha tocado vivir; olvidándose con quirúrgica precisión y mejor criterio de artistas escatológicos como Maluma u otros rapsodas del sexo sucio. Todo dependerá de cómo evolucione la sociedad, pero si ésta, en un futuro, acaba mereciendo la pena, la cosa está clara.
En el tercer episodio de Granullarius Igni comencé una serie que, personalmente, me está dando muchas alegrías. Como buen cinéfilo, conozco muchas bandas sonoras, pero hacer un repaso de los últimos 50 años me está reportando conocer mucho más, apreciar mucho más, volver a reencontrarme con música olvidada. Profundizar. Y, por ello, he preferido frenar un poco: en lugar de repasar 25 años, en este segundo programa de la serie dedicada a bandas sonoras sólo he repasado 6 años. Prefiero ahondar, disfrutar, conocer, aunque me lleve más tiempo, que presentaros un programa que pasa de puntillas sobre algo tan maravilloso como el cine.
¿Sabéis lo mejor? Finalizado este programa, todavía no he nacido, pues la horquilla de análisis comienza en 1976 y finaliza en 1982. Y, aun así, estas películas, estas bandas sonoras, estas composiciones, son tan mías como las que viví en primera persona. Son mi cercanía cultural. Es el cine que disfrutaron mis padres y que he hecho tan mío como el que disfruto yo personalmente. Espero que sea también vuestro caso.
GI (#007) - DE CINE (1976-1982)
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