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Existen determinados eventos vitales que presumen el salto definitivo de la adolescencia a la adultez. Un empleo estable, la primera cana, una eyaculación con consecuencias, tener tu propio hogar, lavarte tus propios calzoncillos o pagar tu primera factura de la luz, entre otras circunstancias, resultan elocuentes modos de informarte de que tus desfases alcohólicos, tus despreocupaciones absolutas y tu época dorada alcanza su fin. Me diréis, no seas negativo, es ley de vida, y cada etapa de la vida tiene sus virtudes. Pero no. Como ya he dicho en alguna ocasión, hacerse mayor es una mierda, y quien diga lo contrario, miente. Otra cosa es que lo aceptemos con no poca resignación e intentemos mantener nuestra esencia. Que intentemos no dejar de ser nosotros mismos aunque cientos de servidumbres recorten nuestra libertad.
No obstante, no todos estos eventos vitales constituyen una carga. Algunos eventos los genera nuestra propia voluntad. Los elegimos. Los queremos. Y hay decisiones que hubieras querido tomar toda la vida, aunque aún no lo supieras. Una de de esas decisiones es casarte con la persona a la que amas con todo tu corazón. Y es que yo, aunque no lo parezca, aunque haga gala de una misantropía galopante, siento devoción por algunas personas concretas. Personas que merecen que le pida algo de tiempo a ese asteroide que deseo que nos mande a todos a tomar por el culo. Personas que me hacen mantener un exiguo pero brillante poso de esperanza en esta amalgama informe de individuos que constituye la Humanidad. Personas, en definitiva, que merecen la pena.
Hace seis años conocí a la persona más importante de mi vida. A mi mejor amiga, a mi compañera de piso, a mi pareja de buenos y malos momentos. A esa persona que taladro con insistencia con mis podcast y que aguanta, con estoicismo, cuando le pido que me regule los volúmenes de las canciones en los programas de radio. A esa persona que tolera mis locuras, que no son pocas, y que es capaz incluso de disfrutarlas. A esa persona que acumula todos esos pequeños detalles diarios que iluminan este valle de lágrimas al que llamamos vida. A Elisenda, en definitiva.
Y este es mi particular y un poco siniestro modo de deciros que sí, que me caso, y que estoy muy ilusionado con ello, motivo por el cual el blog no ha tenido las actualizaciones habituales. Montar un bodorrio no es fácil. Y mucho menos si quieres pasarte los protocolos habituales, los curas, el arroz tirado a los novios, las horteradas endémicas de estos eventos, los platos maricones y el jodido ramo por la bisectriz de la entrepierna. De hecho, quiero montar una boda medieval, comprarme una espada, comer embutido y hincharme a cerveza con EBM, goa trance, makina y música enferma de fondo. Ni vestido blanco, ni camareros bailando. Ni ligeros, ni damas de honor, ni despedidas de soltero con stripers o pollas de goma en la cabeza. A mi modo.
Por supuesto, en la línea de lo expuesto, mi intención no es hacer una ceremonia de enlace habitual con la clásica canción de boda. He de pensar si quiero que suene Metallica, Hocico, Etnica o Las lluvias de Castamire… No obstante, quiero aprovechar el presente artículo para explicaros de dónde viene la clásica Marcha Nupcial. Un poco de historia musical no viene mal y así aprovecho mi anuncio con la divulgación cultural.
Como todos sabréis, o deberíais saber, la comedia de El sueño de una noche de verano fue escrita por William Shakespeare en 1595 y está considerada como una de las mayores obras teatrales de la historia. Se ambienta en la Grecia Clásica y narra la boda de Teseo e Hipólita. Ni que decir tiene que la recomiendo encarecidamente a cualquiera que tenga un mínimo interés cultural, pues se trata de un verdadero clásico universal. Junto con Don Juan Tenorio, una de mis obras teatrales preferidas, y Enrique VIII, también de Shakespeare, es un verdadero imprescindible en cuanto a teatro se refiere.
Sin embargo, la musicalización de esta obra de teatro no alcanzó su cénit hasta que, a mediados del siglo XIX, fue reconvertida en ópera. Felix Mendelssohn, compositor alemán contemporáneo de Beethoven, fue el encargado componer algunas de las piezas de esta ópera dedicada a El sueño de una noche de verano. Y, el día 20 de febrero de 1827, en la ciudad de Szczecin, actualmente radicada en Polonia pero perteneciente a Prusia en aquella época, sonó por primera vez la Marcha Nupcial de Mendelssohn, que a día de hoy preside la práctica totalidad de las bodas occidentales.
Así que de viejo viene esta conocida canción. Nada menos que de Shakespeare en cuanto a inspiración, de Mendelssohn en cuando a su creación y de Wagner, posteriormente, en cuando a su interpretación. Sé que a fecha actual resulta incluso cansina, pues yo mismo la pienso omitir en mi enlace matrimonial, pero llama la atención conocer sus orígenes en el luminoso siglo XIX europeo.
- La irrupción del hardcore en la escena española a principios del siglo XXI representó un verdadero cambio de paradigma musical, una revolución en las discotecas que apostaban por estilos contundentes. Si bien el hardcore es un estilo mucho más antiguo y extenso que la makina, su presencia en España siempre había sido residual hasta la llegada del sonido hardcore newstyle holandés. A partir del año 2000, por tanto, algunas discotecas apostaron por el hardcore de una manera muy clara; llegando, en ocasiones, a desplazar a los estilos que hasta el momento tenían el mayor protagonismo en sus sesiones. Éste fue el caso de Pont Aeri.
- La makina, a su vez, pese a constituir el estilo musical que había catapultado a la fama a la discoteca Pont Aeri, comenzó a sufrir constantes altibajos tanto en la calidad como en la cantidad de sus producciones a partir del año 2001. Y, con unos medios cada vez más limitados, tuvo que resistir el empuje de otros estilos que se abrían camino a principios del siglo XXI, como el hardcore, con la única ventaja de ser el estilo musical que se había ganado los corazones de dj’s y público del Pont Aeri.
Uno de los más difíciles compromisos que he adquirido conmigo mismo en los últimos meses, y que espero mantener de manera inquebrantable en los días venideros, es evitar hablar de política más allá de lo estrictamente necesario. Por desgracia, vivimos en un país de baja calidad democrática, no sólo por parte de su propia estructura política, que también, sino primordialmente por parte de los propios ciudadanos. El respeto ante la discrepancia política brilla por su ausencia, el sano debate intelectual se convierte rápidamente en una lucha encarnizada absolutamente parcial y maniquea, y la irracionalidad se impone ante la concordia, el enriquecimiento en la diversidad y la construcción argumental. El hombre es un animal político, en efecto, pero esta afirmación no significa que la política deba convertido en un animal, sino todo lo contrario.
A la vista de esta tesitura, que como español me duele profundamente, he tomado la meditada decisión de limitar mis exposiciones políticas a la mínima expresión. No sólo eso, sino que en este blog prácticamente las he reducido a cero, y he preferido dedicar mis energías a algo mucho más elevado, como el arte, por mediación de la música, la historia y la literatura. No obstante, en ocasiones la música está estrechamente vinculada a la política; de hecho, la música ha servido como herramienta tanto del poder como de las revoluciones contra el poder, así como para propiciar la exaltación nacional o sostener la anarquía frente a estados opresores. En definitiva, la política no deja de serla aplicación pública de la propia moral, una extensión del ser humano más allá de su propia individualidad, ya seamos aristotélicos, hobessianos o rousseanianos, y la música es una forma de expresión tan válida y efectiva como la palabra, o la violencia.
Un servidor de Ustedes, como aristotélico convencido, abomina de la doctrina de Thomas Hobbes y Jacques Rosseau, pero es consciente de que va en contra de la doctrina predominante de los tiempos modernos. Una de las manifestaciones más peligrosas de la aplicación del contrato social de Rosseau, en consonancia con otras interpretaciones posteriores derivadas del romanticismo, es el nacionalismo. Como decía George Orwell, autor de la mejor novela que se ha escrito sobre el totalitarismo, “el nacionalismo es el peor enemigo de la paz”, pues constituye una doctrina que se basa en la exaltación, la superioridad, la unidad férrea; se basa primordialmente en el odio y la denostación de lo ajeno y en la autocondescendencia y la glorificación de lo propio. En definitiva, en el sometimiento total del individuo bajo un ente casi etéreo que constituye la nación, que es origen y fin de toda la sociedad.
En efecto, me estoy posicionando políticamente. No entraré en disquisiciones de carácter particular, pero sí diré, con carácter general, que considero el nacionalismo como una ideología absolutamente dañina para la humanidad. En efecto, el cuándo del presente artículo tampoco es aséptico, pero el cuerpo me pide que, en este caso, ante esta situación, frente a esta problemática, tome una posición. No con intención, a fe mía, de intentar convencer a nadie, ni de dar apoyo a éste o aquél movimiento político; esto es, no pretendo hacer una reflexión temporal a beneficio de inventario, sino que trato de explicar mis propios apriorismos e intentar situarme, precisamente, fuera de esta vorágine. Yo tengo mis propios motivos.
Y es que yo, a mi particular modo, me considero un patriota. No un patriota de bandera e himno, ni de mano en el pecho, ni siquiera territorialmente definido a un estado, nación, pueblo o región concreta; sino un patriota que pretende regresar al puro origen de la palabra. La palabra patria proviene del latín y significa, de manera literal, la tierra de nuestros padres. Esta definición, por sí sola, está alejada de cualquier ideología o concepto político, sino que alude, sencillamente, al vínculo que une a padre e hijo frente a un territorio. Es un olor. Es una imagen. Un bosque. Una plaza, quizás. Un vecino. Por ello, el patriotismo no deja de ser una serie de experiencias que te unen con tus progenitores, donde el lugar en el que acontecen no deja de ser el continente que permite el contenido. Es la sangre, en definitiva, la que permite la existencia del patriotismo. Un vínculo humano muy concreto basado en la consanguinidad. El amor de un hijo a un padre, o a su madre, naturalmente, que se deriva de manera secundaria a un territorio. Este vínculo territorial es recuerdo, amor, sentimiento de pertenencia, pero nunca un motivo de superioridad del propio territorio frente a otros. Cualquier atributo añadido modifica el concepto primigenio.
Por todo lo expuesto, considero esencial establecer esta adecuada diferenciación entre nacionalismo y patriotismo. Yo no soy, ni seré, ni quiero ser nacionalista, ni de un bando, ni de otro, ni de ninguno. No. Mi repulsa hacia los nacionalismos no se basa en la contraposición de un nacionalismo frente a otro nacionalismo, sino frente a ambos, y está basado en mi propio concepto de patriotismo; que a la poste, resulta estrictamente cercano a la definición de la palabra. Yo no participio de ningún tipo de maniqueísmo político, ni creo en blancos o negros. No caigamos en esa trampa.
Esta profusa introducción, en el fondo, sólo pretende sentar las bases de mi postura política de manera previa a presentaros, sencillamente, una canción. Es realmente penoso que sean necesarias más de 850 palabras para fijar los términos adecuados de un artículo que se llama mi legado musical, pero las circunstancias lo requieren, puesto que el legado es una institución jurídica del derecho de sucesiones, que regula la herencia, que en definitiva, es lo que nos dejan nuestros familiares cuando ya no están entre nosotros. Y la patria es nuestro legado implícito.
Mi patria es mi abuelo materno cuando, con melancolía, recuerda su juventud en Écija. Cuando explica a sus nietos el singular modo en el que conoció a mi abuela, en un viejo tren de cercanías que se dirigía a la ciudad de Córdoba. Mi patria es mi abuela materna cuando nos prepara los platos que ya cocinaba mi bisabuela en la fonda que tenía en Linares, Jaén. Mi patria era mi difundo abuelo paterno, cuando le cogía la mano y comprobaba como un barreno le destrozó un dedo en la Guerra Civil o como tenía el pecho lleno de metralla por defender a su familia frente al fascismo. Mi patria es mi abuela paterna, cuando se emociona hablando de Asturias, o cuando la veo rejuvenecer décadas al cruzar el puente que separa Unquera de Bustio, esto es, Santander de Asturias.
Y mi patria, por supuesto, es mi padre. Y mi madre, por supuesto. Pero mi padre es con quien más vinculo la palabra patria. Con quien he aprendido el verdadero concepto de patriotismo que anteriormente he desarrollado, pese a que habitúe a decir, medio en broma, medio en serio, que “Asturias es España, y lo demás tierra conquistada”. Y, hoy, ante tanto ruido, yo os traigo música. Un artista que me descubrió mi padre y una canción que habla de su patria. Mi legado musical, en la más estricta conceptualización de la expresión. La Asturias eterna. La España que, de momento, no ha podido ser.
Y esa es mi patria. Un poema sobre Asturias escrito por un andaluz y cantado por un asturiano. Ésa es mi sangre. Y lo que está escrito con sangre no lo borra la desmemoria.
En efecto, ya van 10.000. Bueno, a decir, verdad, 10.081. Nada menos que 10.081 visitantes a mi página web desde su apertura el pasado 8 de marzo de 2015. 10.081 clicks de ratón sobre información, música, imágenes y podcast que yo mismo he puesto a disposición, como se solía decir, de aquellas personas de buen corazón. 10.081 motivos para continuar durante muchos años con todos vosotros. 10.081 razones para continuar trabajando de manera incansable en ofreceros los mejores contenidos. En definitiva, 10.081 gracias que tengo que daros a todos vosotros por ser partícipes de mis pasiones, mis locuras y mis controvertidos programas de radio.
Pero lo más sorprendente de estas 10.081 visitas no es sólo su volumen, sino su origen. No sólo he recibido visitas desde España, sino también desde Brasil, China, Alemania, Portugal, India, República Checa y otros tantos países repartidos por el Globo. Incluso he recibido una extraña visita desde los Emiratos Árabes, mucho ojo. En realidad, cada vez que miro el gráfico mundial que tengo en la portada de la web alucino con las bondades de Internet y su ausencia de limitaciones territoriales. Agradecería las visitas en varios idiomas, pero entre que soy un negado para las lenguas y que estoy seguro que la gran mayoría de extranjeros utiliza el traductor automático, mejor lo dejamos estar. En cualquier caso, lo veo como una recompensa a tanto y tanto trabajo.
Haciendo un ejercicio de retrospección ante el hito alcanzado, no puedo evitar que se me dibuje una sonrisa en la cara. Nunca pensé que hacer programas de radio online, lo que desde hace pocos años se ha denominado como podcasts, se convertiría en mi absoluta afición. Sí, es cierto, antes de acabar el bachillerato y sacarme la carrera de Derecho, estudié un módulo de imagen y sonido, y si mi vida hubiera transcurrido por otros derroteros seguramente estaría detrás de una mesa de mezclas de una emisora de radio y no gestionando empresas en quiebra. La vida da muchas vueltas y, en ocasiones, alguna de estas vueltas no está desprovista de cierta ironía. Dejé el módulo, olvidé la radio, me centré en mis estudios y mi vida continuó sin prestar atención a mi pasado… hasta que un día, la radio me reencontró a mí.
Uno de los muchos proyectos que iniciaron los miembros del supremo foro Radical Resistance, entre los que me incluyo, fue la creación de un podcast oficial del foro. Para darle contenido, diferentes usuarios harían programas de radio de una hora de duración donde nos presentarían canciones, estilos y sesiones, y lo compartirían con el resto de miembros mediante una descarga externa en formato mp3. Habida cuenta de que disponer de una radio online que funcione 24 horas al día era tarea imposible, puesto que los limitados miembros del foro tenemos vidas muy ajetreadas, los podcast nos ofrecían la mejor solución para este proyecto. Y, en marzo de 2009, el usuario Cyberio hizo los honores compartiendo con todos nosotros un podcast dedicado al Uplifting Trance.
Al principio, un servidor de Ustedes estaba demasiado atareado con la universidad, las amistades, la pareja y otras tantas actividades sociales, por lo que se limitó a descargarse los programas y a disfrutarlos de camino a la universidad, haciendo mención especial a los podcasr dedicados a Depeche Mode de Conju y Ciriliox y a los Trancemisores de davidenergy. Pero poco a poco, se fue despertando mi interés. Volví a acordarme de mis clases de técnico de sonido, volví a sentir esa peculiar sensación de estar frente a un micrófono. Y cuando me mudé a Granollers con mis suegros, acabé de tomar la decisión. Alejado del mundanal ruido, lejos de mis amistades y de los bares que frecuentaba con demasiada profusión, un sábado cualquiera decidí hacer mi primer podcast. Y así nació Granollers On Fire.
Al principio, he de reconocer que era un verdadero calvario grabar los podcast. Si retrocedéis a mi segundo artículo del blog, lo podréis ver. Únicamente disponía de un portátil lento, con el disco duro saturado y con una conexión a Internet limitada. ¿El micrófono? Tenía que grabar los cortes de voz en el lavabo y luego pasarlos al ordenador, ya que sólo disponía de un micrófono de mi novia que no permitía grabar directamente en el ordenador y, además, compartía despacho con toda la familia. Tuve que echar mucha imaginación, y muchas ganas, para llevar a cabo los primeros podcast. De hecho, tuve que recurrir al Loquendo para crear la clásica entradilla de mis podcast, ya que quería darle un marchamo de profesionalidad con una introducción femenina, oscura y electrónica. Bienvenidos a vuestra cita con la oscuridad musical…. La verdad es que guardo muy gratos recuerdos de esta época.
Superada la decena de podcast, y tras haberme dado cuenta de que esta afición no era flor de un día, o de un mes, pensé en diversificar el asunto. Al fin y al cabo, Granollers On Fire estaba dedicado a la música en general, con especial incidencia en la música underground y oscura, pero había un estilo en particular que merecía tener su propio programa: la makina. Y este fue el origen de Requiem Makinero.
La historia de la creación de mi tercer programa, Granularius Igni, fue casi simultánea, pero tiene más que ver con mi trabajo que con la música, en realidad. A mediados del año 2012, me encontraba trabajando en el Departamento de Recuperaciones del B.B.V.A., es decir, me dedicaba a ejecutar préstamos hipotecarios impagados. No estoy especialmente orgulloso de ello, pero en fin, el trabajo es el trabajo, y era lo que me tocaba hacer. Para tratar de limpiar mi sucia conciencia, pensé en hacer un podcast para explicarle a la gente cómo funcionaban las hipotecas, como podía paralizarse una ejecución hipotecaria y cómo se podía evitar un desahucio. Al final, este podcast en particular se quedó en el tintero. De hecho, sólo grabé 15 minutos del mismo. Pero me dio la idea de dedicar un programa de radio a otros asuntos que no fueran la música electrónica.
No obstante, llegó un momento en el que pensé que todo esto estaba muy bien, sí, pero que seguía sin tener las herramientas necesarias para que mi proyecto, que ya había pasado de ser un simple apéndice de los podcast RR a un proyecto propio, avanzara en la dirección correcta. Así que hasta mi traslado a Barcelona a mi propio piso no obtuve el salto cualitativo que requería. Un despacho propio, un micrófono en condiciones, un ordenador de sobremesa y una mesa de mezclas e intimidad suficiente para hacer y decir gansadas sin que mis suegros pensaran que su hija estaba liada con un botarate, me proporcionaron herramientas suficientes para que la calidad de mis podcast aumentara y pudiera dedicarles mucho más tiempo.
Pero todavía me faltaba algo. Al fin y al cabo, lo importante de un podcast es que alguien lo escuche, puesto que de lo contrario estaría haciéndome programas para mí mismo. No dejando de ser cierta esta última afirmación, pues si he llegado hasta aquí ha sido más por mi propia voluntad y porque me gusta hacer estos programas más allá de los escasos reconocimientos que he obtenido, era necesario darle un empujón a mis podcast. Y así nació la página de Facebook de Granollers On Fire en enero de 2013. Las redes sociales, además de permitir cotillear fotografías de féminas, tener discusiones absurdas o decir tonterías, también pueden ser una herramienta de difusión.
He de reconocer que el siguiente paso, el definitivo, lo di tras darle muchas vueltas y tras ser espoleado por mi novia. ¿Y por qué no haces una web propia o un blog? Al principio me mostré reticente, ya que yo ofrecía programas de radio, no artículos de un blog, pero poco a poco fue gustándome la idea. Me gusta mucho soltar parrafadas, compartir conocimiento con la gente y ofrecer contenidos interesantes, así que, ¿por qué no? El resto, como se suele decir, es historia.
Sé que mucha gente, al alcanzar determinados hitos, ya sea visitas de una página web o de seguidores en una red social, hace apuestas, prepara un vídeo comiéndose un pez vivo o se tatúa algo en una nalga, pero yo, que puedo ser muchas cosas, intento huir de las horteradas. Así que yo, además de daros 10.081 gracias, os propongo algo de feedback. Sí, de ese que recibo a cuentagotas, de ese mismo. Algo tan sencillo como que me propongáis una temática concreta, una sesión, un estilo, o lo que os venga en gana, para hacer un programa especial de las 10.000 visitas. No cuento con ello, pero sería divertido, y una manera de hacer a Granollers On Fire un poco más participativo.
De hecho, Si habéis llegado hasta aquí después del ladrillo que os he puesto frente a la pantalla del ordenador, no es cuesta nada, cabron@s.
Etimológicamente, la palabra música proviene del griego antiguo y significa “el arte de las musas”. De hecho, en la Antigua Grecia, no se hacía una distinción entre música, poesía o danza, puesto que se interpretaba que eran diferentes facetas de la más alta expresión humana: el arte. Y no sólo compartían una misma finalidad, sino que tenían el mismo origen, esto es, la influencia de unos seres elementales llamados musas. Utilizando terminología más actual, y más castiza, esta faceta del arte humano tiene duende; que a la postre también se trata de un ser elemental. En el fondo, el concepto ha variado menos de lo que nos creemos.
Por otro lado, la palabra magia proviene de mucho más antiguo. Si bien la palabra ha llegado hasta nuestros días a través del latín, que a su vez la adaptó del griego, la primera referencia que se tiene de esta palabra proviene del sánscrito, una de las lenguas documentadas más antiguas del mundo. Si nos centramos en la voz griega, mageia, esta palabra significa “cualidad sobrenatural”. Hace referencia a hechos que se producen bajo la influencia de seres elementales y que contravienen las leyes de la física; o, por lo menos, las leyes que conocemos.
En definitiva, y a la vista de lo expuesto, parece que cuando utilizo la expresión música mágica estoy cayendo en una tautología. Una repetición innecesaria. Sin embargo, me diréis, qué demonios tiene de mágica una canción de Kiko Rivera o la tristemente famosa canción de Los Burlaos. Y sí, he de daros la razón, algunas canciones adolecen absolutamente de duende, musas, hadas, o de cualquier influencia sobrenatural; de hecho, creo que si alguna vez estos seres elementales han poblado este mundo, han huido como almas que llevan el diablo para evitar su muerte neuronal frente a semejante tropelía musical. Por ello, el matiz es necesario, el adjetivo es esencial para separar el trigo de la paja. Para separar el verdadero arte de una mera sucesión de rebuznos.
La música mágica tiene un componente especial. Algo inexplicable. Una cualidad que nos permite trascender mediante su simple escucha. Un atributo que nos ofrece una experiencia mística. No sólo es capaz de transmitirnos una sensación o un sentimiento, sino que nos traslada a un lugar etéreo, espiritual y misterioso. Verbigracia, Johann Sebastian Bach, con su Jesus Bleibet Meine Freude o con su espectacular Die Matthäus-Passion, nos despierta nuestro receptor metafísico y sobrenatural, aunque no seamos creyentes en la religión católica.
De eso se trata, en definitiva. De tener una experiencia única que trasciende a este pueril mundo terrenal. Y todos tenemos experiencias de estas características en nuestra memoria. Mi experiencia más paradigmática la viví en Asturias, en el pequeño pueblo de Porrúa, cerca de Llanes. Han pasado más de diez años, pero todavía conservo un vívido recuerdo. Agosto, fiestas del pueblo. Plaza del Ayuntamiento. Tras el pregón, en el que autoridades y fuerzas vivas nos emplazaban a disfrutar de las fiestas del pueblo y a controlar la ingesta de sidra, se hizo un silencio sepulcral. Y entonces, villanos y turistas, alcalde y ciudadanos, hombres y mujeres, niños y viejos, comenzaron a entonar la canción de Asturias, Patria querida, con voz grave y profunda, el rostro quedo, utilizando no sólo las cuerdas vocales, sino la propia alma. Quedé absolutamente sobrecogido. La luz crepuscular del atardecer, el ambiente brumoso y una suave llovizna hicieron lo demás. En esos momentos, si prestabas atención, podías ver a las xanas del bosque emerger de los bosques asturianos, podías notar su poder, podías sentir que este mundo es mucho más enigmático de lo que puedas llegar a creer. La magia de la música me embriagó por completo.
El artista que os quiero presentar en este artículo, que bien merece una introducción que fije los términos de la música mágica en su justa medida, no sólo nos ofrece música, sino que, en sus conciertos en vivo, es capaz de recrear paisajes sonoros. Mediante la utilización de la tecnología, por un lado, de instrumentos rudimentarios, por el otro, y a través de introducciones dramatizadas, los conciertos de Neønymus son magia en estado puro.
Vascongado de nacimiento, burgalés de adopción, y visigodo de corazón, Silberius de Ura es el único componente de Neønymus. Y no necesita más. Con su propia voz y el uso de instrumentos de percusión, es capaz de crear una atmósfera inenarrable, utilizando la tecnología de grabación, repetición y superposición en directo. Yo quedé absolutamente prendado de su música cuando, de pura casualidad, di con este mágico artista. Recuerdo que estaba preparando mi artículo sobre Leovigildo y la fundación de Vitoria y, como si el destino en ocasiones nos ayudara a encontrar la inspiración, como si las musas no sólo me influyeran, sino que ejercieran su poder sobre el mundo que me rodea, descubrí la interpretación que realiza Neønymus de un funeral visigodo en la página de Facebook de Carlos Canales.
La belleza de esta interpretación, su fuerza y su atmósfera sepulcral, nos conduce irremediablemente al Toledo visigodo, nos transporta quince siglos hacia atrás, nos hace sentir el dolor de nuestro compañero de batallas fallecido defendiendo al Reino. La magia pasa de nuestros oídos al corazón. Y eso, desde luego, pocos artistas son capaces de conseguirlo. Desde el paleolítico hasta la modernidad, Silverio nos ofrece su particular y mágica visión de la historia de la Humanidad. No deja indiferente, os lo aseguro.
Por ello, mediante el presente artículo, os lo presento, y os ofrezco diferentes maneras de conocerlo en profundidad:
- Podéis disfrutar de la grabación de un concierto completo realizado en el Museo de la España Mágica, en Toledo, en el que interpreta todas las canciones de su último disco. Esencial. Absolutamente esencial.
- Podéis escuchar una entrevista que le hicieron en el magnífico programa de La Escóbula de la Brújula (la encontraréis del minuto 41 al minuto 56 del podcast.).
- Podéis visitar su página web y asistir a los conciertos que interpreta por todo el territorio nacional.
Que las musas os acompañen.
La música no se puede contabilizar. Esta afirmación, de carácter prácticamente axiomático, es fácilmente matizable, me diréis. Y estaréis en lo correcto. Podemos contabilizar el espectro de frecuencia que ocupa una determinada canción, su tempo, su duración, la cantidad de sonidos que la componen, su volumen, los instrumentos que utiliza y hasta qué drogas ha consumido el compositor al crearla y el artista al interpretarla; sin embargo, nunca seremos capaces de contabilizar la propia creación musical como manifestación artística de la sensibilidad humana, ni su repercusión en nuestras emociones y sensaciones, ni, en definitiva, su pura esencia. Podemos contabilizar lo que hace posible su existencia, sus componentes, sus atributos físicos y temporales, pero siempre encontraremos una barrera infranqueable. Podemos analizar el cómo, el cuándo, el cómo y el qué, pero nunca el por qué.
Por ese motivo, que como podemos ver representa un hecho incuestionable, el objeto de la serie de artículos que os presento bajo la denominación Auditoría makinera nunca será determinar cuán felices nos ha hecho este estilo, cuántos enérgicos bailes nos ha proporcionado, cuántas sonrisas, o la intensidad de los sentimientos que produce. En absoluto. Eso es algo que sólo sabemos los makineros y que, como melómanos, lo apartamos de todo análisis y lo subsumimos en el irracional cosmos de las sensaciones. El objeto de este artículo es aglutinar todos los datos que se pueden extraer de este estilo musical y el fenómeno que lo acompaña e intentar extraer alguna conclusión que, con la perspectiva que sólo permite la distancia temporal, pueda aclarar varios conceptos.
Una de las cuestiones que más se han planteado desde la creación de la comunidad makinera virtual, pues desconozco si con anterioridad existían esa suerte de debates y análisis conceptuales, es la presencia de la makina en las sesiones makineras. Esta cuestión, para un lego en la materia, puede resultar muy extraña, incluso una entelequia, pues este país, y su endémica ignorancia en música electrónica, determina que es makina todo aquello que tenga bombo. Tiene sentido, pues la Ruta del Bakalao fue un fenómeno de masas con mucha trascendencia mediática, y la expresión música makina, antes de que fuera un estilo propio, se acuñó en esa tesitura. Pero la complejidad de la electrónica supera ese lugar común, y todo aquel que tenga una mínima iniciación en este tipo de música, tendrá herramientas para diferenciar estilos musicales.
En cualquier caso, visto retrospectivamente, sé que ese debate se asemejaba demasiado a la cuestión bizantina del sexo de los ángeles. Erigirse como guardián de las esencias de cualquier concepto, sea un estilo musical o una ideología, suele ser un síntoma inequívoco de fanatismo que a la sazón no conduce a ninguna parte. A día de hoy, un servidor de ustedes escucha música de todo tipo, sin que el más mínimo prejuicio le impida disfrutar de estilos muy dispares entre sí. Pero el hecho cierto es que, durante años, incluso décadas, este asunto ha suscitado vehementes discusiones, eternos debates y numerosos enfrentamientos. Creo que es momento de poner negro sobre blanco.
Para ello voy a recurrir a un método imperfecto, pero bastante eficaz para analizar la cuestión planteada y proponer datos plausibles de ser contabilizados. Las conclusiones que extraeré del análisis de los datos extraídos, dicho sea a modo de aviso previo, tendrán el indudable marchamo de mi propio criterio, pero la información de la que me valdré os ofrecerá la objetividad que sólo pueden ofrecer los hechos empíricos. Los datos entendidos por sí mismos. Las cifras. Así que podéis estar perfectamente en desacuerdo conmigo, o incluso extraer conclusiones alternativas, que podrán ser tan válidas como las mías. Todo queda sometido a superior criterio.
En primer lugar, es preciso que determinemos el alcance del estudio. Como resulta prácticamente imposible analizar la totalidad del fenómeno makinero, será necesario que nos centremos en las sesiones que se pinchaban en discotecas más relevantes dedicadas a este estilo; esto es, en la selección musical de sus dj’s. En efecto, este método es imperfecto, pero considero que estas discotecas son verdaderas representantes de la makina, por lo que nos ofrecerán una visión muy cercana a la realidad. Y, a pesar de que, en estos momentos, ya no queda ninguna en activo, nos ofrecen más de una década de información a analizar.
En segundo lugar, debemos limitar el estudio en función de la tipología de productos musicales derivados de una discoteca. Teniendo en cuenta que resulta imposible tener en cuenta la totalidad de las sesiones musicales derivadas de una discoteca, puesto que estamos hablando de más de ocho sesiones mensuales en directo de seis horas de duración que no han sido grabadas en su práctica totalidad; de recopilatorios y colaboraciones discográficas; de bolos de los dj’s del Xque? en representación de la discoteca; de fiestas privadas; de incontables remembers y de todo un piélago de trabajos que escapan a cualquier tipo de control, hay que limitar el análisis para hacerlo viable. Por ello, el presente estudio se limitará a las recopilaciones de la discoteca, a colaboraciones de los dj’s residentes de la discoteca en recopilaciones ajenas, a cintas promocionales y a alguna sesión en directo que sea representativa de la época. Así mismo, queda descartado todo trabajo que tenga por objeto rememorar música antigua, así como toda aquella sesión de interés no makinero.
En tercer y último lugar, a la vista de de lo expuesto, es necesaria una limitación temporal que nos sea útil para el estudio. A tal efecto, la época a analizar será la comprendida entre la inauguración y el cierre definitivo de la discoteca en cuestión, siempre y cuando exista material de análisis, y siempre y cuando podamos afirmar que la citada discoteca es makinera.
Dicho lo cual, una vez introducida la cuestión y acordados los términos del estudio, a continuación os presento mi primer trabajo de mi Auditoría makinera: LA PRESENCIA DE LA MAKINA EN LAS SESIONES DEL XQUE?
Datos a considerar
Discoteca: Xque?
Dj’s: Pastis y Buenri
Tipología de trabajos a analizar: Recopilaciones de la discoteca, cintas promocionales, colaboraciones en otros recopilatorios y alguna sesión en directo representativa de la época.
Época: Años 1997 a 2007. A pesar de que la discoteca se inauguró en el año 1992, y que la discoteca puede considerarse makinera desde el año 1995, el material anterior a 1997 que he encontrado no cumplía con los requisitos del estudio. En cualquier caso, según las sesiones en directo que he podido escuchar, el porcentaje de makina en los años 1995 y 1996 era del 95 %, igual que en 1997.
Conclusiones preliminares
Como se deduce del primer gráfico que os adjunto, la makina siempre ha estado presente en las sesiones de la discoteca Xque?, pero ha sufrido un descenso muy considerable, pues ha pasado de tener una presencia del 97% en 1997 al 25% en 2007. Su presencia se ha reducido drásticamente con el paso de los años. En efecto, podemos sacar muchas conclusiones del presente gráfico; no obstante, si tenemos en cuenta el volumen discográfico makinero, sacaremos como conclusión principal que el descenso de la presencia makinera en las sesiones del Xque? es proporcional a las disminución de producciones makineras, al cierre de sellos discográficos, al cambio de estilo de productores punteros y, a su vez, a la escasa calidad de los productos marineros creados por nuevos productores.
En definitiva, si nos centramos en los datos objetivos, no había más presencia makinera en las sesiones del Xque? porque no podía haber más presencia makinera. De hecho, la moderada recuperación makinera que podemos observar en los años 2004 y 2005 no habría sido posible sin la creación de una discográfica propia: Xque? Records que, a su vez, vino aparejada de una evolución de la makina como estilo que no siempre tuvo la acogida esperada. Esta evolución del estilo dividió a los makineros entre los que consideraban adecuado o inadecuado el cauce musical adoptado por Xque? Records.
Por ello, si consideramos que esta makina evolutiva que salió por esta discográfica propia de la discoteca Xque? no debe considerarse makina como tal, sino un estilo diferente, la situación se torna dramática. La presencia de la makina en las sesiones del Xque? disminuyó de una manera más drástica de la que se percibe en el primer gráfico, pues como puede observarse, pasó de un 44% en 2003 a un 13% en 2004, despareciendo completamente en los años 2006 y 2007.
Otro aspecto a analizar en las sesiones del Xque?, teniendo en cuenta el aspecto diametralmente opuesto, es decir, aquellas canciones no makineras de las sesiones de esta discoteca, podemos observar como ha ido variando el estilo no makinero predominante en estas sesiones con el paso de los años. El único estilo que ha mantenido su presencia en la práctica totalidad de la época analizada (1997 a 2006) es el UK Hardcore; el resto de estilos ha tenido una presencia más pronunciada, pero focalizada a diferentes épocas: Hard trance de 1998 a 2000; hardcore de 2001 a 2002; hard style de 2003 a 2006; y otros, es decir, trance, progressive y derivados acelerados, 2007.
Conclusiones definitivas
1. El estilo particular de los dj’s residentes de esta discoteca, Pastis y Buenri, impide la existencia de sesiones completamente makineras, a excepción de un único caso. Uno de los rasgos fundamentales de estos artistas es la introducción de rebuscadas referencias extranjeras en sus sesiones, por lo que la presencia de otros estilos no makineros es esencial para comprender sus sesiones. Pastis y Buenri no serían Pastis y Buenri sin la presencia de otros estilos.
2. El año con más actividad discográfica de la discoteca Xque? y de los dj’s Pastis y Buenri, según los datos analizados, fue 1999: Una recopilación de la discoteca, una recopilación de los dos dj’s de la discoteca, tres colaboraciones en recopilaciones externas y dos cintas promocionales.
3. La discoteca Xque? ha sido mayoritariamente makinera, a pesar de que, teniendo en cuenta los datos analizados, un 40% de sus sesiones estuvieran compuestas por otros estilos igualmente contundentes, como hard trance, hardcore, uk hardcore, hard style, progressive y trance acelerado, etcétera. En términos políticos, estaríamos hablando de una mayoría absoluta cualificada de 3/5 partes, por lo que aunque los últimos años hayan sido cada vez más makineros, su recorrido total ofrece estos resultados. Debe tenerse en cuenta, así mismo, que este porcentaje de presencia makinera aumentaría si se hubieran podido analizar los años 1995 y 1996.
4. Desde una perspectiva puramente objetiva, podemos asegurar que el descenso de la presencia de la makina en las sesiones de la discoteca Xque? tiene su correlación directa con la disminución de la producción de makina, su pésima calidad y su cada vez más limitado interés mediático. La creación del sello Xque Records supuso un leve incremento de la presencia makinera a partir del año 2004, pero su duración e importancia fue limitada; a su vez, la mayoría de las referencias que salieron por el citado sello representaron un giro copernicano en la producción makinera hacia un estilo muy diferente a la clásica makina catalana que no siempre fue aceptado de buen grado.
5. A pesar de que el estilo secundario más presente en sesiones de la discoteca Xque?, teniendo en cuenta las canciones totales de las sesiones analizadas, es el hard style (11%), el estilo con mayor presencia en la totalidad de su trayectoria es el UK hardcore, pues está presente en 38 de las 50 sesiones analizadas (76%) frente al hard style, que sólo está presente en 18 de las 50 sesiones analizadas (36%).
Efemérides
- Se ha analizado el periodo comprendido entre los año 1997 y 2007, ambos inclusive (11 años).
- El periodo con más actividad de los analizados es el año 1999 (10 sesiones)
- Se han analizado un total de 38 álbumes, recopilatorios, cintas promocionales y sesiones en directo, que forman un total de 50 sesiones.
- Las referidas sesiones contenían un total de 939 canciones. Un 60% de estas canciones (563) eran makineras.
- La sesión más makinera de las analizadas (100%) es la del álbum Pastis & Buenri - Tercer Volum (1997).
- El álbum menos makinero de los analizados (25%) es el Xque? Compilation 2007
- La sesión con más presencia de hard trance de las analizadas (80%) es la del segundo CD del Xque? Compilation 1998. La presencia de este estilo en las sesiones analizadas es del 7%.
- La sesión con más presencia de hardcore de las analizadas (50%) es la efectuada por Pastis & Buenri para el recopilatorio Professional DJ’s volumen 4. La presencia de este estilo en las sesiones analizadas es del 6%.
- La sesión con más presencia de UK hardcore de las analizadas (35%) es la efectuada por Pastis & Buenri para el recopilatorio Héroes del Tekno volumen 3. La presencia de este estilo en las sesiones analizadas es del 9%.
- La sesión con más presencia de hard style de las analizadas (50%) es la del segundo CD del Xque? Compilation in Live 2005. La presencia de este estilo en las sesiones analizadas es del 11%.
El País Vasco es uno de los lugares más maravillosos de España. Entiendo que esta simple frase, totalmente inocua desde mi punto de vista, puede provocar la irritación de mucha gente, pero el hecho cierto es que este territorio forma parte de España en la actualidad y así ha sido históricamente desde la anexión del Reino de Navarra a la Corona de Castilla en 1515; como también es un hecho cierto su carácter nacional, su lengua propia, sus costumbres antediluvianas y su voluntad de autogobierno. Pero el complemento circunstancial no debe hacerlos olvidar el adjetivo principal de la frase: que es un lugar maravilloso. Y eso es algo que, de manera previa, quiero poner de manifiesto, ya que siempre que he viajado a esta espectacular región he quedado absolutamente prendado de paisaje y paisanaje. La tensión política que ha existido, existe y existirá entre España y el País vasco no debe hacernos olvidar que se trata de un puro artificio político, y que las personas, la cultura y el territorio es lo verdaderamente importante.
Este año deseaba volver al País Vasco en vacaciones para conocer la única capital vasca que todavía no he visitado: Vitoria. He estado varias veces tanto en Bilbao como en San Sebastián, así como en Astigarraga, Zarautz, Barakaldo o Basauri, pero sólo he pasado por Álava de camino a Pamplona, y Vitoria es una ciudad que ardo en deseos de conocer. Por desgracia, mi falta de recursos económicos ha impedido que fuera a ver a mis padres a Asturias, y he tenido que pasar mis dos semanas de vacaciones en Barcelona sin hacer mi ruta norteña. En cualquier caso, eso no me ha impedido buscar información, leer historia, revisar documentos y conocer la ciudad para futuras incursiones turísticas. No te me escapas, Vitoria.
Una de las cuestiones que más me llamó la atención tras haber leído un artículo sobre historia de la ciudad de Vitoria fue su creación. Enlazando los dos párrafos precedentes, pude comprobar que Victoria es una de las mejores pruebas de la tensión política entre España y el País Vasco. Puede que muchos hijos de la LOGSE no tengáis más datos sobre la referida tensión que las actuaciones de la banda terrorista E.T.A. o algún dato aislado sobre Sabino Arana como creador del nacionalismo vasco moderno, pero la cosa viene de antiguo. De muy antiguo. En definitiva, pocos pueblos en la historia de la Humanidad han sido tan combativos y rebeldes como el pueblo vasco. Y su lengua, ajena a la influencia del latín, el godo y el árabe, es muy reveladora de que ni siquiera el Imperio Romano, la Hispania visigoda o el reino musulmán de Al-Andalus fue capaz de asimilarlos tras haber barrido al resto de la Península Ibérica.
Para evitar este total desconocimiento, en el presente artículo de Historias de España regresaremos a la España visigoda y conoceremos que de casta le viene a los vascos con la posible fundación de la ciudad de Vitoria hace casi 1.500 años.
“De casta le viene al vasco”
Corría el año 572 de nuestra era. El Rey Leovigildo había accedido al trono de Toledo tras la muerte de su hermano Liuva I. A diferencia de los cinco reyes godos anteriores, Liuva I no fue asesinado por orden de su hermano, sino que murió por causas naturales en la ciudad de Narbona; un hecho poco usual para los iracundos godos, que cambiaban de Rey a golpe de espada. Su reinado estuvo marcado por la expansión territorial, la práctica expulsión de los bizantinos de sus posesiones en el Sur de la Península, la anexión del Reino Suevo y la rebelión de su hijo Hermenegildo; así como la consolidación del Reino de Toledo mediante la creación de una moneda propia y la promulgación del código legislativo Codex Revisus, que al fin permitió los matrimonios mixtos entre romanos y godos. Y es que su reinado tampoco fue ajeno al siempre latente conflicto religioso entre católicos y arrianos. En definitiva, sólo tuvo un año de paz, pero su actuación fue esencial para la consolidación del poder godo en Hispania.
Uno de los pueblos celtíberos más belicosos y contrarios a la dominación visigoda, junto con los cántabros y astures, fueron los vascones. Desde la caída del Imperio Romano, que nunca los había podido conquistar del todo, recuperaron su ansiada independencia y combatieron como gato panza arriba todo intento de conquista visigoda. Pero todo eso iba a cambiar con Leovigildo.
Con intención de debilitar al máximo al Reino Suevo antes de precipitar su total derrota y la anexión de sus territorios al Reino de Toledo, Leovigildo, tras haber combatido contra los bizantinos en el Sur y haber recuperado la cuenca del Guadalquivir, se dirigió al Norte de la Península para acabar con los cántabros. Sometida la ciudad de Amaya, capital de los cántabros, en el año 574, los vascones quedaron confinados entre los visigodos y los francos. Pintaban vasco… esto, bastos.
Dicen que no hay mejor defensa que un buen ataque. Y los vascones, a principios del año 581, aprovecharon un momento de debilidad del Reino de Toledo para iniciar una serie de saqueos y tratar de recuperar territorio perdido anteriormente, pues el díscolo hijo del Rey, Hermenegildo, se había convertido al catolicismo y había iniciado una rebelión contra su padre desde la ciudad de Sevilla con el apoyo de los bizantinos.
En poco tiempo, las huestes de Hermenegildo fueron aplastadas por el Rey y, tras sitiar la ciudad de Sevilla, el mismo Hermenegildo fue capturado en la cercana villa de San Juan de Aznalfarache. Posteriormente, fue recluido en la ciudad de Tarragona, donde sería torturado y asesinado; lo cual propició su canonización como San Hermenegildo. En realidad, su conversión al catolicismo fue una burda excusa para iniciar una revuelta contra su padre, puesto que su hermano Recaredo, pocos años después, no sólo se convertiría a esta religión, sino que la haría oficial en todo el Reino. Fue un asunto puramente político… pero en aquella época estaban necesitados de mártires, y la conversión y muerte de hijo de un Rey godo por su conversión al catolicismo era una perita en dulce que la Curia romana no iba a dejar escapar.
En cualquier caso, el Rey Leovigildo era un hombre audaz, y no tuvo mayor problema en afrontar dos ataques simultáneos, aunque estos provinieran de dos puntos cardinales opuestos. Controlado el frente del Sur, y con Hermenegildo en plena retirada, el Rey organizó una partida militar y se dirigió al Norte para acabar con los vascones a mediados del año 581. La campaña vascona tuvo como resultado una rápida y aplastante victoria goda en el llano de la actual provincia de Álava.
Cuentan las crónicas que cerca del lugar donde tuvo lugar la batalla, el propio Rey Leovigildo fundó la ciudad de Victoriacum en el año 581 con el objeto de controlar a los revoltosos vascones. Como puede apreciarse a simple vista, la etimología del nombre de la ciudad es muy reveladora de la importancia de este acontecimiento, pues el uso de la palabra latina “victoria” quedaría siempre vinculado al triunfo de Leovigildo sobre la práctica totalidad de la Península Ibérica.
La pregunta parece responderse sola, pero creo que igualmente os la estaréis haciendo: ¿Es Victoriacum la actual Vitoria-Gasteiz? Pues no está confirmado de manera rotunda por los historiadores. Parece ser que por ubicación, etimología y restos arqueológicos, hay muchas posibilidades de que así sea, pero la invasión árabe destruyó por completo Vitoriacum y la continuidad de esta ciudad con la actual Vitoria es un hecho que todavía no ha sido completamente verificado.
Así que, cuando Sancho IV de Navarra fundó la ciudad de Nova Victoria en el año 1181 en la zona de Gasteiz, no puede determinarse si se trata de una fundación o de una refundación. En este caso, curiosamente, su fundación, o refundación, no tenía por objeto controlar a los vascones desde el Sur, sino frenar a los castellanos desde el Norte; lo cual no deja de tener cierta ironía. Un freno que no sería muy eficaz, dicho sea de paso, pues en el año 1200, tras ocho meses de asedio, Nova Victoria pasó a depender de la Corona de Castilla.
Desde luego, no puede decirse que España no tenga una historia violenta. Invasiones griegas, cartaginesas, romanas, visigodas y árabes; la reconquista de la Península, con la constante tensión entre reinos cristianos; la expansión territorial por América, con las habituales pugnas por el poder naval con Inglaterra; la invasión francesa y la resistencia nada menos que contra Napoleón; la independencia de las colonias americanas; las intestinas guerras carlistas; y, ya en pleno siglo XX, una de las guerras civiles más sangrientas que se conoce. Y Vitoria, Nova Victoria o Victoriacum, es un ejemplo paradigmático de esta violenta historia española en la que los vascos han sido actores de primer orden. Ya sea combatiendo contra sí mismos, luchando por su independencia o guerreando por España, el pueblo vasco siempre ha sido muy aguerrido y nunca le han dolido prendas en alzarse en armas en defensa de sus intereses.
Mi relación con este estilo musical ha estado notablemente influenciada por el nefasto uso que se le ha dado en las sesiones makineras de la extinta discoteca Xque? o, posteriormente, en la discoteca Activa. De hecho, durante mucho tiempo, he llegado a despreciar hasta niveles insospechados este estilo musical, o por lo menos lo que llegaba a mis oídos, que ni siquiera alcanzaba unos niveles mínimos de calidad musical. Y es que la cosa tenía bemoles. Utilizar una canción hard style acelerada hasta los 190 bpm’s como base de una cantadita makinera que versiona una canción pop infame me provocaba serios daños neuronales similares a tener el detestable honor de escuchar Camela mezclada con hardcore. Así que este estilo musical significaba, para mí, suicidio masivo de neuronas y exabruptos de vehemente ira. Nada sano para mis oídos.
Con estos antecedentes, y con la cantidad de sal de frutas que he tenido que tomar para calmar los fulgurantes ascensos de ácidos gástricos que me provocaba escuchar esa puta mierda, mi opinión general era muy sencilla: el Hard Style, o el jarstail, como lo llamábamos despectivamente, era un aborto musical, un engendro que tuvo el hardcore newstyle en una noche de borrachera con el hard house, un detrito de la electrónica. A la vista de lo expuesto, un servidor de ustedes tuvo la genial idea de dejar de escuchar sesiones del Xque, del Activa y de sus palmeros a mediados del año 2005, por lo que pude salvar lo poco que queda de mi alma pecadora y guardar este estilo musical en la papelera de reciclaje de mi cerebro. Como rezaba una de esas podredumbrosas canciones: Drogas, no gracias.
No obstante, mi curiosidad es infinita, y como sabréis, mi atracción hacia la hez musical no conoce límites, por lo que en un acceso de masoquismo musical indagué sobre el estilo. Comenté con amigos y conocidos, busqué por Internet, y descubrí, para mi sorpresa, que el problema no era el estilo en sí mismo, sino la despreciable selección musical que llegaba a este país. De hecho, alguna canción como el DJ Activator vs Overdrive - The Noise Of Act o el Bassforce - Take you (DJ Activator remix) ya me habían puesto sobre aviso de que no era mierda todo lo que olía, así que indagué más y pude darme cuenta de que este estilo era un verdadero fenómeno europeo con una proyección similar al hardcore, nada más y nada menos. Un estilo contundente que, a su correcta velocidad y con una selección adecuada, tenía la calidad suficiente para codearse con otros estilos electrónicos con mucho más recorrido. Y que congrega a miles de personas en eventos multitudinarios como el Qbase o el Qlimax.
Uno de los aspectos que más me llamaron la atención de este estilo, una vez descubrí su origen, sus mejores canciones, su expansión europea, y su calidad musical, es su baile propio. La makina, como otros estilos electrónicos, se baila haciendo el ganso, saltando, levantando los brazos, y, en definitiva, moviéndote al son que te pide el cuerpo, ya sea con elegancia, con rabia o con saltos chimpancenpianos. De hecho, seguro que cualquiera de los que haya estado en una discoteca makinera recordará con desaprobación al típico orangután que bailaba desafiando las leyes de la física, con el rostro desencajado por las drogas o por la falta de neuronas, enseñando la suela de la bamba al resto de fiesteros y peleándose contra el aire mostrando sus connotaciones de macho alpha a las féminas de su especie. Eso, más que un baile propio, era un ejercicio de peladez. No me refiero a eso. Me refiero a un baile coreografiado, propio, con unos pasos determinados; un estilo único y con cierto desarrollo que nada tiene que ver con los bailes erráticos de una discoteca de electrónica.
Es cierto que el hardcore también tiene su estilo de baile propio, el hakken, que no tiene nada que ver con los bailes que estamos acostumbrados a sufrir en España, y que por tanto el hard style no es innovador en este aspecto. Pero el baile propio del hard style, o mejor dicho, de su subgénero el jumpstyle, ha representado un verdadero soplo de aire fresco a la electrónica europea. De hecho, incluso han creado una moda urbana, ya que para mucha gente bailar jumpstyle también consiste en un acto de rebeldía contra el sistema. Y todo ello es algo digno de mención.
Como tampoco soy un experto, más bien un vulgar iniciado, y no conozco más que una infinitésima parte de este mundillo, tampoco puedo explicaros mucho más. Os dejo a vosotros la tarea de investigación, tan gratificante como necesaria para crearos vuestra propia selección musical. Lo único que quiero poner de manifiesto con este artículo es que liberéis vuestros perjuicios, que distingáis entre hard style, sus derivados, su baile y su proyección europea, con el jarstail de tres al cuarto que se utilizaba como base de makina infame y que hemos tenido el dudoso placer de conocer por medios más cercanos. No caigamos en esa trampa.
Y para muestra, un botón:
Desde que nacemos hasta que transcurrimos esa histriónica etapa vital que es la adolescencia, la influencia de nuestros padres sobre nuestra personalidad, nuestros gustos, nuestros hobbies y nuestra manera de comprender el mundo es absolutamente esencial. Aunque nuestra rebeldía se manifieste a una edad temprana, y pidamos sin ningún éxito que nuestros padres nos compren unas zapatillas que salen por televisión de precio exorbitado, escuchemos música estridente que pone a nuestras madres de los nervios, falsifiquemos la firma de nuestro padre para evitar una merecedia reprimenda por malas notas o consideremos que los padres de tal o cual amigo son más "guays" que los nuestros, nuestra principal influencia son y deben ser nuestros padres. En el fondo, somos una prolongación de ellos mismos, y representamos sus deseos, sus anhelos, lo que no han podido ser, o que hubieran querido hacer; nos han educado de la mejor manera posible, o como mejor han sabido, y hemos crecido en el pequeño pero ubérrimo mundo creado por nuestros padres. Es la primera esfera social que conocemos.
Yo tengo la gran suerte de haber tenido una infancia envidiable. Por supuesto, he tenido muchos momentos de rebeldía, y más yo, que soy un personaje de armas tomar, pero mis padres tuvieron la habilidad, la suerte o el buen juicio para que su hijo, aunque un poco loco, makinero, y picapleitos, les haya salido salido bastante... decente. O, por lo menos, fiel a sí mismo, lo cual yo valoro positivamentre. Sé que mucha gente no tuvo tanta suerte como yo. Sé que soy un privilegiad. Por lo que ahora, con los huevos negros, vivienda propia, obligaciones y demás mierdas, tengo en muy alta estima todo lo que viví en mi infancia y adolescencia temprana. Quién pudiera volver a tener 10 años...
Una de las cosas que le debo a mis padres es mi melomanía. Uno de los mejores recuerdos que tengo de mi temprana infancia son aquellos domingos en los que mi madre se pasaba la mañana limpiando la casa al son de la recopilación Noches de Blanco Satén, de 1991, mientras yo jugaba y daba por el culo, naturalmente; o mi padre escuchando Queen de vez en cuando, mientras yo quedaba completamente extasiado con la voz de Freddy Mercury; o el día que mi padre me regaló el vinilo de 7' del Santana - Europa, que conservo como reliquia suprema; o, si amplío el círculo familiar, el día que, junto con mi prima, disfruté de la primera sesión makinera de mi vida en un camping de Castelledefels a mediados de 1995. De casta le viene al galgo.
Entre todos estos momentos, recuerdos, y canciones, hay grupos que me han marcado de manera notable. Y es que un día, hace muchos años, revolviendo en unos cajones del comedor, descubrí que mis padres tenían absolutamente todos los discos de un grupo llamado Supertramp. El nombre me sonaba, y sabía que de vez en cuando reproducían estos discos, pero no me venía ninguna canción a la cabeza así, en frío. Así que puse el primero que cogí para refrescar mi memoria.
Su portada mostraba un piano cubierno de nieve sobre unas montañas, y era nada menos que de 1977. El disco me sacaba ocho años, que se dice pronto. Sin darle más vuelvas, lo puse en el reproductor de música y entonces, sí, lo recordé; recordé una de las mejores canciones que he escuchado nunca.
SUPERTRAMP - GIVE A LITTLE BIT
La primera canción de este disco me aportó uno de esos momentos de felicidad que sólo es capaz de provocar la música. Se trata de una canción sencilla, con pocas ínfulas y pretensiones, pero que te dispara una verdadera andanada de buen rollo. Hoy en día se ha vuelto a poner de moda gracias a un anuncio de televisión, pero durante muchos años esta pequeña joya quedó relegada al ostracismo frente al archiconocido The Logical Song, el Dreamer y otras canciones más conocidas de este grupo mítico de rock progresivo.
En el fondo, es una canción que nos habla de un amor adolescente, como otras tantas. Su letra no es un dechado de virtudes precisamente. Como única curiosidad, sólo cabe decir que fue interpretada por una guitarra de doce cuerdas. Pero todo ello, toda esta supuesta mediocridad, se desvanece cuando la escuchamos. Esta canción consigue transmitir sensaciones. Libertad, felicidad, buenas vibraciones. Y, en el fondo, ese es el verdadero objetivo de la música.
A veces, no se necesita más que una canción.
“Nos vemos en la puta calle”. Estoy convencido de que, ya sea en primera persona o por referencias de un tercero, habéis escuchado esta manida y macarra frase. Desde una perspectiva conceptual, esta frase representa la última fase de cualquier sistema de resolución de conflictos: liarse a mamporros. Tras infructuosas negociaciones, superado el límite amistoso, y llegados al punto de la ruptura, muchos conflictos acaban a hostia limpia. Sí, lo sé, darle este empaque teórico a esa frase tan rancia que normalmente suele salir de la boca de algún energúmeno que, en el mejor de los casos, conoce el funcionamiento interno de un sonajero o de la cremallera de su propio pantalón, resulta excesivo. Pero en el fondo, decir “nos vemos en la puta calle” con un cubata en la mano y tirarle un guante a un empolvado francés del siglo XVIII pidiendo una satisfacción por una afrenta de honor, es exactamente lo mismo. Utilizar la palabra puta como adjetivo le añade, en todo caso, ese toque chulesco adicional que es imprescindible para que esta expresión cumpla su objetivo. Amenazar.
Esta gañanería, por tanto, significa que algún acto o comentario ha quebrantado la moral de una persona de manera irreversible y que, en consecuencia, habrá una respuesta violenta. Ya sea sonreírse pícaramente con la novia de un hombre celoso, o incluso minucias como cruzar una mirada, pisar un zapato o dar un severo codazo en el pecho al personaje más peligroso del lugar mientras bailas de manera desenfrenada una canción suprema (desafortunada vivencia que debo agradecer a un querido amigo), pueden provocar las más terribles represalias. Por tanto, tenemos tres elementos a tener en cuenta: un acto previo, una respuesta irreversible, y una represalia terrible.
En la historia de España existen muchos eventos que han seguido esta dinámica. Sirva de ejemplo uno de los acontecimientos menos conocidos de la historia de este país: el cautiverio de los soldados franceses apresados en la batalla de Bailén (1808). Tras la resistencia encarnizada de los españoles a la ocupación francesa, el ejército que tenía por objeto liberar los barcos napoleónicos que se encontraban varados en Cádiz y retenidos por los ciudadanos sublevados, saqueó sin compasión la ciudad de Córdoba en su camino hacia la ciudad andaluza (acto previo). El despreciable comportamiento gabacho en el saqueo de la ciudad, que supuso incontables atropellos, como violaciones, robos, asesinatos y, lo que era peor para los españoles de entonces, la profanación de lugares sagrados, provocó la más absoluta ira del pueblo andaluz (respuesta irreversible). Este mismo ejército, semanas más tarde, sufrió la primera derrota de un ejército napoleónico desde que el Petit Cabron se coronó Emperador de Francia frente a las tropas del General Castaños en la que posteriormente sería conocida como la Batalla de Bailén. Como represalia, y también por falta de lugares de internamiento para tanto soldado, este ejército francés fue literalmente abandonado a su suerte en la isla de Cabrera, situada al sur de la isla de Mallorca, durante más de seis años (represalia terrible). En el camino hacia su reclusión, la población civil les chillaba desde las ventanas: “¡Córdoba, Córdoba!”.
Situada lo suficiente lejos de Palma de Mallorca para que nadie pudiera llegar a nado sin perder la vida, sin víveres suficientes, sin avituallamiento de ningún tipo, y con una ayuda española muy propia de nuestro pueblo (se les hizo llegar a la isla un sacerdote y varias prostitutas sifilíticas para su consuelo), los soldados franceses acabaron desnudos, cometiendo actos caníbales, y viviendo en unas condiciones insalubres; desde luego, les costó muy caro a estos gabachos del demonio lo acontecido en Córdoba. En 1814, acabada la guerra, depuesto Napoleón, reinstaurada la dinastía borbónica en España, se permitió que un barco francés fuera a recoger a estos desdichados. La mitad de ellos había muerto, y la otra mitad desearía haberlo hecho. “Nos vemos en la puta isla de Cabrera”.
No obstante, no todas las represalias violentas son terrenales. Hay algunas represalias que tienen vocación de eternidad, de trascendencia, y resultan todavía más terribles que recibir un puñetazo en la puerta de la discoteca o dar con tus huesos galos en la isla de Cabrera. Mucho peor, incluso, que las archiconocidas maldiciones gitanas o los males de ojo lanzados con asiduidad por orondas señoras tras despreciarles la entrega de una rama podredumbrosa de laurel; conjuros que sólo asustan a supersticiosos, ignorantes o personas aprensivas. No se trata de eso.
El protagonista de nuestro artículo pagó muy cara su afrenta. Debe decirse, no obstante, que no es el único que ha pasado por este trance, sino que otros personajes históricos han corrido idéntica suerte. Ciertas amenazas trascendentes proferidas ante una muerte inminente no deben ser tomadas a la ligera. Y si no, que se lo digan a Fernando IV de Castilla.
“Nos vemos en el puto cielo”
Corría el año 1312 de nuestra era en la Castilla bajomedieval. Transcurrida una centuria exacta desde la gran batalla de las Navas de Tolosa, la famosa Guerra de los Tres Reyes en la que castellanos, aragoneses y navarros habían corrido a gorrazos al imperio almohade andalusí, la Reconquista española se encontraba en su fase final. El Reino de Castilla se había expandido prácticamente por toda la Península Ibérica, limitado al este con la Corona de Aragón y el Reino de Navarra, al oeste con el Reino de Portugal y al sur con una pléyade de taifas musulmanas que, a pesar de haber reducido considerablemente su territorio, todavía mantenía su control sobre la gran parte de la actual Andalucía, y que en pocos años se unirían para constituirse en el último reino musulmán peninsular: el Reino de Granada.
Fernando IV de Castilla, nieto de Alfonso X, había sino nombrado heredero de Castilla con tan solo nueve años a la muerte de su padre, Sancho IV el Bravo, en 1292. Dejando a un lado los problemas hereditarios que se sucedieron hasta su mayoría de edad, en 1301 fue coronado Rey de Castilla en la ciudad de Burgos. Su reinado estuvo muy marcado por constantes conflictos internos, pues tuvo que sofocar no pocas rebeliones e interceder en disputas sobre la posesión de varios señoríos, como el de Vizcaya, ante la nobleza castellana; asuntos todos ellos que le agriaron el carácter, que ya de por sí no era bonancible. Pero es que además, no sólo le crecían los enanos en su propio reino, sino que tuvo que lidiar con otros tantos conflictos externos, como el reparto de Murcia con el Rey Jaime II de Aragón, diferentes problemas diplomáticos con Portugal por culpa de la Orden del Temple y operaciones de desgaste por parte de Felipe IV de Francia. Castilla era un reino en auge, pero se encontraba rodeado de otros reinos que querían impedir su expansión y, a su vez, contaba con nobleza con demasiado poder y demasiados recelos hacia el monarca.
No obstante, una de las épocas más convulsas del Reino de Castilla también tuvo sus momentos de gloria. La primera Corte que tuvo lugar en la ciudad de Madrid, varios siglos antes de que fuera la capital de España, fue convocada por Fernando IV para solicitar subsidios para la Guerra contra Granada (1309). Esta batalla proporcionó cuantiosos réditos territoriales a la Corona de Castilla, pues finalizó con la toma de Gibraltar y Algeciras, por lo que la Reconquista avanzó un poco más hasta su total culminación en 1492. Pero estas guerras de conquista, que retrospectivamente podemos asegurar que fueron muy beneficiosas para los intereses de España, no contaban con la aquiescencia de toda la nobleza.
Entre los críticos más acérrimos de Fernando IV de Castilla se encontraban dos hermanos que formaban parte de la Orden de Calatrava: Juan Alfonso de Carvajal y Pedro Alfonso de Carvajal. Harto de sus conjuras, y movido por su fuerte carácter, Fernando IV de Castilla encargó a su privado, Juan de Benavides, que pasara por la espada a estos traidores. Raudo y expedito, el privado del Rey se encaminó a cumplir con su cometido, pero cometió un error que resultaría fatal: no fue acompañado. Su altanería acabaría con su vida, pues los hermanos Carvajal, al encontrarse con Juan de Benavides y descubrir sus intenciones, se defendieron con bravura y lo dejaron hecho un colador. Desde luego, bien habría hecho el privado del Rey en no imaginarse el Cid.
A pesar de que los hermanos Carvajal no habían hecho otra cosa que defenderse, el Rey entró en cólera al enterarse de la muerte de su privado y mandó prenderlos de inmediato. Los corchetes los encontraron en la feria de Medina del Campo, en Valladolid, comprando unos arreos para los caballos. Fueron inmediatamente apresados y conducidos al castillo de Martos, en Jaén.
En la actualidad, este castillo está prácticamente en ruinas, y la vergonzosa desmemoria española ha provocado su total abandono, pese a los constantes requerimientos de conservación por parte los lugareños. Pero en fin, en aquella época, este castillo calatravo coronaba la escarpada Peña de Martos, que con sus cuatrocientos metros de altura se erigía imponente frente a la pequeña villa de Martos. En las entrañas de este casillo, los hermanos Calatrava tuvieron el dudoso placer de conocer su sala de torturas, sufriendo un enorme tomento antes de ser sometidos a juicio sumarísimo por el mismísimo Rey.
Poco pudieron alegar ante un juicio cuya resolución conocían de antemano. Habían actuado en legítima defensa, y así se lo hicieron saber al Rey, pero ningún atenuante fue tenido en cuenta por el colérico monarca. Fueron condenados a muerte. Y no a una muerte cualquiera, no a una decapitación, que debido a su condición de caballeros de la Orden de Calatrava era lo que les debería haber aguardado. El Rey les condenó a ser despeñados desde lo alto de la Peña de Martos metidos en una jaula de hierro con púas afiladas.
Y aquí tenemos nuestro acto previo. El Rey les había condenado a muerte de manera injusta y absolutamente horrible. Y tenemos una consecuencia irreversible, que es la propia muerte de los dos hermanos. No obstante, algo aconteció en el día de la ejecución. Mientras eran dirigidos hacia su siniestro final, uno de los hermanos, con desesperación, gritó lo siguiente:"Emplazo al Rey ante Dios para ser juzgado por las Leyes del Cielo, puesto que las leyes de los hombres han condenado a dos personas de manera injusta". Frente a esta amenaza, Fernando IV soltó una carcajada que resonó en todo el castillo. Su cruel risa no hizo sino azuzar a los hermanos Carvajal, que instantes antes de ser despeñados dijeron: “En el plazo de un mes comparecerás ante Dios, y hasta que llegue ese día vomitarás sangre”. Fueron sus últimas palabras. Ambos cayeron por el precipicio y murieron de manera indescriptible. Era el día 7 de agosto de 1312.
Cuenta la leyenda que, en el momento que el último de los hermanos expiró su último aliento, el Rey comenzó a vomitar sangre, más que en toda su vida. La replesalia terrible que hemos comentado anteriormente había dado comienzo. Fernando IV, que no era hombre susceptible, olvidó rápidamente esta amenaza, pues tenía problemas de salud que ya le habían echo vomitar sangre con anterioridad. Pero el reloj corría. Y su día no tardaría en llegar. Transcurrido un mes exacto desde la ejecución de los hermanos Carvajal, el Rey se retiró a sus aposentos tras una copiosa comida para echarse una siesta. Nunca más despertó. Lo encontraron muerto, ahogado en su propia sangre, con los ojos desorbitados cargados de pavor. Era 7 se septiembre de 1312. Su juicio divino le esperaba.
En el cuadro podemos observar una alegoría de los últimos momentos de Felipe IV, que desde su muerte fue apodado El Emplazado. Podemos observar como los hermanos Carvajal, con los atuendos de la Orden de Calatrava, sostienen un reloj de tierra y señalan hacia el Cielo, hacia el juicio que le espera, ante Dios. Sus ojos parecen decir: “Nos vemos en el puto Cielo”.
Así que, bueno, cuando un energúmeno os profiera la manida frase de “Nos vemos en la puta calle”, pensad en Fernando IV el Emplazado. Pensad si ese macaco es capaz de emplazaros ante el Tribunal de Dios, o si para ello primero tendríais que tirarlo por una peña rocosa en una jaula hecha de hierros punzantes, lo cual, seguramente, no se alejará demasiado de vuestros pensamientos en ese momento. En cualquier caso, si tomamos a Fernando como ejemplo, quizás sí que nos ha dado una buena actitud frente a este tipo de amenazas: soltar una estruendosa carcajada.